Sé que me seguís y sois legión (en realidad no) y esperáis como yonquis una nueva dosis de superficialidad. Para ello estamos hoy aquí. Hace una semana más o menos hice El Descubrimiento, y con la colaboración de unos amigos, os lo presentaré aquí con una debida ambientación.
Como todos sabéis, los templos del oro que se despliegan por nuestro país están llenos de riquezas, tesoros y aventuras. Si no sabéis de qué hablo, igual es porque no comprendéis mi fina prosa. Me refiero a los todo a cien o a un euro, bazares, tiendas de los chinos o como los queráis llamar, llenos de hermosas montañas de brilli-brilli (gracias a las compañeras potingueras, grandísima palabra) que nos compelen a revolcarnos visualmente en ellas y un tiempo después salir con pinzas de la ropa color turquesa, tazas con estampados vaquiles, cajas de cartón con dibujitos de gatos u otras cosas análogamente indispensables para el día a día, amigas (dígase con voz de Maria Teresa).
A ver, que me pierdo. En estos templos del brilli brilli, encontramos, cómo no, cosmética. Con mucho brilli brilli, que no falte. Y en el templo del que soy devota encontré hace tiempo joyas como las siguientes:
En mi templo de culto a la frivolité más favorito podéis encontrar cosas así, también, de hecho más prácticas por estar mejor organizadas y accesibles... En sí y en su entorno.
Aunque pierde el encanto de arrodillarte en el suelo para revolver en cajas de cartón rotas y sucias, que una es muy devota (de verdad que hay que hacerlo, El Descubrimiento estaba en una caja en el suelo, oculta entre perlas y tesoros de igual calibre). Para obtener joyas estéticas como El Descubrimiento, hay que sufrir. Os Lo presento:
¡¡Postráos ante la belleza!! hecha... Conejito? |
El brilli brilli por Excelencia: Verde Tornasolado |
Y entonces comprendí que debía compartirlo con el mundo. Todas vosotras que viváis donde yo, sepáis donde vivo y ya os conozca de antes de la entrada (el mundo enterito, es un decir): compartiré con el que venga a mí, una parte de este magnífico tesoro. Para que os dé tanta felicidad como me dió a mi:
¿Verdad que es bello? No tengo palabras. Sin embargo, probablemente este look resultaba poco apropiado a la categoría de la joya, así que...
¡Cuidado con el Síndrome de Stendhal, queridas! |
Mejor que las uñas espaciales, dónde va usted a parar |
¡Un beso, y hasta una próxima entrada!
PD: Espero que entendáis el "ligero" tono de recochineo en el post, porque si no, voy a quedar como el c*lo... Que yo seré frívola, pero bien. Es decir, con estilo. Hombre ya.
8 comentarios:
jajaja a mi el tono del post me ha encantado! Y la belleza hecha conejo (aunque hay que tener cuidado en qué contexto la use yo!)...también!! jajaja BESOS!
Gracias por comentar guapa, y me alegro de que te rías, de eso se trataba! :D
Me ha encantado el post.. no por su contenido sino por la forma de escribirlo...y no me avergüenza decirlo..los conejitos me parecen muy chulos :). Un besazo, guapa!
Gracias etiam!
La verdad es que los conejitos, para una manicura francesa clásica, así discreta, o simplemente con brillo, quedan muy "ponibles", para todos los públicos, me sorprendieron para bien.
Me alegro de que te guste el "tono" del post, yo me emocioné bastante escribiéndolo xD
Un abrazote!
Jajajaja...lo que me reído!! y que reflejada me he visto en algunas partes "...Ante tamaña belleza, arrodillada, grité como una posesa..." yo le hubiera añadido una ración de salititos!! jajajaja
Me ha gustado mucho jajaja, un saludo enorme =)
Gracias polipulita!
Saltitos de emoción los dió mi corazón cuando vió asomar las orejitas del tesoro... :D
Me alegro de que os haya parecido simpático a todas, qué bien ^___^
www.potimodalandia.blogspot.com
Potimodalandia, mujer, podías aportar algo más que eso, que en tu blog bien que te explayas... ¬¬U
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